El Secretario de Estado estadounidense acusa al régimen venezolano de incumplir todos los acuerdos y llama a una postura firme frente a Caracas.
En una entrevista transmitida por el canal estadounidense Fox News y conducida por el reconocido periodista Sean Hannity, el Secretario de Estado Marco Rubio lanzó duras advertencias sobre la situación venezolana y la política exterior hacia el régimen de Nicolás Maduro. Rubio aseguró que todas las negociaciones y compromisos establecidos con el mandatario venezolano, tanto por gobiernos extranjeros como por factores políticos internos, han terminado en una constante: Maduro promete, recibe concesiones y luego no cumple.
Rubio también cuestionó decisiones adoptadas por la administración norteamericana anterior, señalando que se otorgaron beneficios a individuos cercanos al régimen —algunos condenados por delitos vinculados al narcotráfico— bajo la promesa de avanzar hacia elecciones auténticamente libres. “No solo no cumplieron —expresó Rubio—, sino que utilizaron el acuerdo como una herramienta para ganar tiempo y legitimidad”.
Para el alto funcionario, Venezuela no solo representa una crisis política interna, sino un factor desestabilizador para la región, con vínculos en actividades ilícitas que comprometen la seguridad hemisférica. Su conclusión fue categórica: cualquier política basada en la confianza hacia Maduro está destinada al fracaso.
Análisis político desde Venezuela
Un discurso que valida lo que el país sabe.
Las declaraciones de Rubio confirman lo que los venezolanos han vivido en carne propia durante más de dos décadas: el régimen utiliza las negociaciones como mecanismo de supervivencia política, no como ruta de transición democrática. Acuerdos electorales, diálogos de paz, compromisos internacionales y garantías institucionales han funcionado como fachadas, más que como soluciones.
Que esta afirmación sea expuesta por un funcionario del más alto nivel de Estados Unidos no es un dato menor. Su pronunciamiento no se queda en el terreno de la opinión: traslada la denuncia venezolana al escenario global, modificando las coordenadas diplomáticas del debate.
Cuando la verdad viene desde afuera.
Rubio no habla como opositor, activista o víctima del régimen: habla como una voz de poder. Y eso implica consecuencias: Internacionaliza la desconfianza hacia Maduro.
Legitimiza las denuncias históricas de la oposición democrática venezolana.
Reduce la credibilidad del régimen ante eventuales negociaciones futuras.
Obliga a gobiernos aliados o neutrales a reevaluar su postura.
Pero no todo es terreno seguro
El discurso de Rubio, aunque contundente, no está exento de riesgos para la sociedad venezolana:
La agenda estadounidense no siempre coincide con la venezolana: sus intereses geopolíticos pueden no incluir la reconstrucción institucional del país.
Existe el peligro de la dependencia externa:
esperar salvación foránea paraliza la acción interna y neutraliza a la ciudadanía.
Más presión puede significar más represión: el régimen suele responder cerrando espacios, no abriéndolos.
Lo que está realmente en juego.
El mensaje de fondo no es sobre Maduro ni sobre Rubio:
Es sobre nosotros, los venezolanos.
Rubio ha evidenciado una verdad incómoda:
ningún país puede confiar en promesas que parten desde Miraflores. Sin embargo, también deja al desnudo una responsabilidad histórica que no se puede subcontratar:
La transición venezolana no será importada. Podrá ser acompañada, respaldada, estimulada, pero jamás sustituida.
La libertad, como la república, se construye desde adentro: con organización, liderazgo auténtico, estrategia y conciencia colectiva.
